Cuando digo que no tomo gluten ni maíz, uno de los comentarios más frecuentes es “¡Cómo puedes vivir sin pan!” Lo sé. Parece imposible, ¿no?. Bueno, la verdad es que tengo mis trucos… Pero sí, es duro vivir sin pan, sin galletas, sin magdalenas… Pero, por suerte, cada vez está más de moda eso de la vida gluten free y en mi ciudad, en Barcelona, ya hay lugares que ofrecen pan libre de gluten y de maíz y que hacen también alguna repostería gluten free, sin lactosa y sin azúcar refinada. Hay que buscarlos mucho y pagar el precio que se les antoja, ya que los que estamos privados de estas delicias estamos dispuestos a desembolsar una cantidad considerable por un capricho de vez en cuando. Pero, como suelo decir, estas cosas son excepciones, como dice mi suegra, son alimentos para nuestra “duša” (alma). Si quieres un capricho, siempre es mejor que seas tú mismo el que prepare tu comida, sabiendo qué ingredientes y qué procesos ha seguido tu alimento.
El pan que cura puede ser un capricho “cotidiano”, quiero decir que no es lo mismo comerse un pastelito (por muy sano que sea) que tomar una rebanada de este pan. Está hecho de semillas y cereales sin procesar, no lleva tanta grasa como un dulce ni tampoco endulzante, lo puedes hacer con stevia para que sea totalmente sugar free o añadirle unas pasas para darle un toque diferente. Si quieres, lo puedes hacer completamente libre de gluten (y esto va para los que estáis en la Fase 3 de la Dieta que Cura) o, si lo prefieres, puedes hacerlo con copos de avena, que aunque no es gluten free, es un cereal bastante tolerable y que también nos aporta muchos beneficios. Como siempre, depende del momento en el que estés. Ya expliqué en este artículo, que las fases más estrictas de la Dieta que Cura son temporales y que la idea es que luego puedas llevar una dieta más abierta, siempre dentro de los márgenes de la Comida que Cura. No nos vamos a poner a comer bocadillos de panceta y chuchos de crema, ¿verdad? 😉
Si te apetece mucho tomar el pan de avena pero necesitas que sea gluten free, tienes la opción de comprar avena sin gluten, es un producto que cada vez es más fácil de conseguir. Sólo como curiosidad… ¿Sabías que la avena es un cereal que originariamente no tenía gluten? Ha ido mutando a lo largo de su historia y ha acabado “contaminándose”, pero no es un cereal que lleve “escrito en sus genes” el código del gluten.
Cuando descubrí el pan que cura, no me lo podía creer. La verdad es que hacía años que había ojeado la receta, pero como que no tenía la necesidad de tomar pan sin gluten, no le presté demasiada atención. Esta receta es original de la increíble Sara B. del blog My New Roots, ¡Esta mujer es una inspiración! Lees su blog y ya la quieres invitar a tu casa a merendar ¡y no sólo para que te traiga cualquiera de los dulces deliciosos que prepara! Sino por la coherencia, seriedad y amor con que transmite su estilo de vida. Ella, al pan que cura le llama “The life changing loaf of bread” y verdaderamente es algo que cambiará tu vida si estás evitando tomar gluten pero no quieres renunciar al pan.
Para variar, no he sido capaz de seguir la receta de forma estricta, lo he intentado dos veces, y dos veces he hecho lo que me ha dado la gana ¡no puedo evitarlo! No sabéis lo que me cuesta medir y anotar todo para vosotros en las recetas del blog, siempre he cocinado a ojo. Bien, pues las recetas que tenéis a continuación son mi versión del pan de Sara B., una más fiel a la original con avena y otra pensada para los que más lo vais a disfrutar, los que estáis es una fase totalmente gluten free. En vez de avena, usamos copos de arroz integral.
Antes de entrar en materia, os comento varias cosas:
1. El Psyllium Husk es el “pegamento” de este pan y que no puede sustituirse por nada. Así que intentad haceros con una bolsita, aunque sea por internet.
2. Respecto a los frutos secos, podéis poner los que queráis, para mi las avellanas le dan un toque buenísimo y también las nueces.
3. El lino y la chía mejor usarlos triturados (puedes hacerlo en un molinillo de café), pero eso es mi gusto personal, a mi me ha gustado más porque creo que da como resultado un pan más esponjoso, que recuerda más a un pan tradicional. Sara B. incorpora las semillas enteras.
4. Los copos de arroz integral también son importantes para esta receta, también si haces la versión de avena, ya que se deshacen imitando la textura de las harinas y, de nuevo, dan esponjosidad al pan.
5. Como todo, cuantas más veces prepares la receta, mejor te saldrá. También conocerás qué ingredientes combinan mejor según tus gustos.
¿Te animas a preparar el pan que cura?
INGREDIENTES
RECETA BASE
(ingredientes comunes para las dos versiones)
- 1 taza de pipas de calabaza (si es posible, activadas)
- 1/2 taza de pipas de girasol (si es posible, activadas)
- 1/2 taza de pasas
- 1 taza de nueces
- 1/2 taza de almendras crudas con piel, también mejor activadas (Aquí podrías usar avellanas, nueces de macadamia, coquitos del Brasil…)
- 6 cucharadas de psyllium husk
- 2 cucharadas rasas de sal marina o del Himalaya
- 1/4 cucharadita de estevia (u otro endulzante natural como agave, azúcar de coco, panela… En este caso, puedes usar una cucharada sopera)
- 3/4 taza de semillas de lino (molidas)
- 1/4 de taza de semillas de chia (molidas)
- 3 cucharadas de aceite de coco derretido
VERSIÓN CON AVENA (CON GLUTEN)
Opcional usar copos de avena gluten free
- 3 tazas de copos de avena gruesa
- 1 taza de copos de arroz
- 3 tazas de agua filtrada templada
VERSIÓN CON COPOS DE ARROZ (SIN GLUTEN)
- 5 tazas de copos de arroz integral
- 4 tazas de agua filtrada templada
PREPARACIÓN
Necesitas un poco de previsión para preparar tu pan. El proceso no es nada complicado, básicamente consiste en mezclar los ingredientes. Lo más difícil es la paciencia. Has de esperar un poquito para que la masa se asiente, como si hicieras un pan tradicional. Aunque las horas más largas son las de la esperar a que el pan se enfríe para cortarlo y poder picarle el diente.
Entonces, en un bol grande, mezcla todos tus ingredientes secos. Combina bien todos los ingredientes.
En un molde alargado para que nos quede la forma de pan de molde, pon un papel de horno y úntalo con un poco de aceite de coco.
En otro bol mezcla el agua y diluye el aceite de coco, añade los ingredientes húmedos al bol de ingredientes secos y remueve bien.
Aquí me paro para explicarte algo importante: las primeras veces que probé esta receta siempre tenía la sensación de que faltaba agua, seguramente porque buscaba la textura de “masa” típica de los panes o bizcochos tradicionales. Lo que queremos en esta receta es que la masa quede ligeramente húmeda, cuando la proporción de agua es la adecuada, al mezclar se formarán “pelotitas”, tal y como ves en la foto. Es una masa con la que podrías formar bolas sin que se te pegara a las manos.
Al hacer la versión sin gluten, sólo con copos de arroz, has de añadir más agua (las 4 tazas que se indican en los ingredientes), ya que el arroz absorbe más líquido.
Vierte la mezcla en el molde y aplana bien con una espátula. Deja ahora que la masa repose un mínimo de 5 horas (durante la noche está bien, también).
Pasado ese tiempo, precalienta el horno a 150º y hornea tu pan a esa temperatura por 1/3 de hora vigilando que no se queme. Si tienes ventilador en tu horno, enciéndelo, para favorecer que el agua se evapore más rápidamente.
Saca tu pan y tirando del papel de horno, desmóldalo. Ha de quedar firme, aunque por dentro aun no está cocinado.
En una rejilla protegida con otro papel de horno, coloca el pan, esta vez boca abajo. Vuelve a hornear por 3/4 de hora más. Cuida que no se tueste en exceso, los hornos varían de una a otra marca, así que si ves que se ve pone muy oscuro, baja la temperatura. Si tu horno no tiene ventilador (aire) hornea unos 15 minutos más con la puerta del horno un poquito entreabierta.
Para comprobar si tu pan está listo, dale unos golpecitos con una espátula o una cuchara. Ha de sonar a “hueco”. Esto es lo que explica Sara B. en su blog, pero yo os confieso que no controlo mucho el sonido a “hueco”… Por eso, espero que se enfríe un poco y lo parto por la mitad par ver si se ha cocinado por dentro.
Como que la cocina no es una ciencia exacta (es más bien un arte), si ves que pasado los tiempos de horno tu pan no está listo, te doy un pequeño truco que además de acortar mucho el tiempo de cocción te asegura el éxito a la hora de conseguir la consistencia adecuada: cuando el pan esté frío, córtalo con cuidado a rebanadas, si ves que se rompe porque aún está muy crudo, has de volver a ponerlo en el horno por una 1/2 hora más. Pero cuando seas capaz de cortarlo a rebanadas, colócalo sobre una rejilla y hornea las rebanadas unos 20 minutos a unos 100º con la puerta del horno un pelín abierta (si tienes ventilador en tu horno no hace falta que abras la puerta) lo que queremos es “deshidratar” un poco el pan. (De hecho, yo no lo he probado pero podrías probar de hacer una versión “raw” de este pan deshidratándolo, aunque me temo que necesitarás un par de días en el proceso).
Una vez listo, puedes guardar el pan (entero o a rebanadas) en bolsitas de papel en la nevera. Como sale un pan bastante grande, mi truco es cortarlo a rebanadas y congelarlo. Así puedo ir sacándolo cuando lo necesite sin necesidad de descongelar, lo meto directamente en la tostadora. Así, calentito, es como está más bueno.
Sugerencias: puedes comerlo solo, está delicioso. Pero combina perfectamente con dulce o salado.
¿Qué tal preparar un bocadillo veggie con olivada, tomate seco y germinados?
¿O unas tostadas con tahine y mermelada casera sin azúcar?
O siempre podemos tirar de los clásicos: unas avocado toast sobre un pan que cura recién tostado.